4.9
Basado en 16 opiniones
Funciona porque te comprende, porque tiene respaldo científico y porque puede transformar tu vida

La terapia rompe patrones y recupera el vínculo afectivo

La terapia potencia tus recursos para adaptarte y modificar tus condiciones laborales

La terapia transforma el dolor para transitarlo y volver a funcionar

La terapia reduce la soledad y te ayuda a ampliar tu círculo social
Terapia grupal. Calidad profesional a un precio asequible
Ignacio Bueno, psicólogo español con fuertes lazos familiares en Chile, combino mi experiencia en resolución de problemas con una profunda vocación por la psicología basada en la evidencia científica. Mi enfoque se basa en un profundo respeto por la manera de entender la vida de cada persona, sus convicciones, creencias y valores. Mi enfoque es científico y está centrado en ayudar a las personas a recuperar su bienestar y funcionalidad.
Mi trayectoria profesional comenzó en el ámbito de la informática, específicamente en la resolución de problemas complejos dentro del sector bancario y sanitario. Esta experiencia me aportó una sólida habilidad para la detección y solución eficaz de problemas, un enfoque metódico que ahora aplico en mi práctica psicológica.
Mi transición a la psicología fue impulsada por una profunda vocación y la convicción en la evidencia empírica como pilar fundamental para el cambio y la mejora personal. Creo firmemente en un enfoque terapéutico centrado en el contexto científico, buscando la transformación de aquellas áreas que impiden a la persona ser funcional y desarrollarse plenamente, que generalmente afectan a los ámbitos familiar, social y laboral.
Considero esencial respetar a cada individuo en su contexto, circunstancias, ideología y forma de pensar, incluyendo un profundo respeto por las creencias religiosas individuales. Mi labor no es juzgar, sino detectar áreas disfuncionales y trabajar junto a la persona para que recupere su funcionalidad, independencia y la capacidad de afrontar las adversidades. Mi objetivo es ayudar a experimentar y comprender que la vida, a pesar de sus desafíos, es digna y maravillosa de ser vivida.
Para asegurar la mayor efectividad, aplico principalmente la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), reconocida por su sólida base empírica. Además, integro otras intervenciones validadas científicamente según las necesidades específicas de cada persona:
Convencido del poder del apoyo compartido y el bienestar colectivo, además de la terapia individual, facilito grupos de apoyo terapéutico muy asequibles. Guiados por mi experiencia como psicólogo, estos espacios buscan ofrecer un entorno seguro y profesional para personas que están sufriendo. Mi deseo es poder llegar a quienes quizás no disponen de los medios para una terapia individual formal, o sienten que su dificultad puede abordarse eficazmente con apoyo terapéutico en un formato grupal.
Mi compromiso es acompañar a las personas en su proceso de cambio y crecimiento personal con profesionalidad, respeto y calidez.
Colaboración con Nubesma: Ofrezco, como Psicólogo, acompañamiento especializado en el trauma y duelo por pérdidas gestacionales, perinatales y neonatales, centrado en la recuperación emocional y funcional de madres y padres. Aquí puedes consultar mi perfil dentro del equipo de Nubesma.

Participación en los GAM por la DANA Valencia: Aportando mi experiencia como Psicólogo para facilitar la recuperación emocional y el afrontamiento de las pérdidas sufridas por las personas afectadas.

¿Cómo funciona la terapia?
Como psicólogo, te acompañaré en cada etapa del proceso terapéutico para lograr un bienestar duradero. En primer lugar, comprenderemos juntos qué está ocurriendo exactamente, identificando con claridad el origen de tu malestar emocional. Una vez definida esta base, analizaremos en profundidad los factores implicados, formulando hipótesis claras de trabajo que orientarán nuestros pasos hacia soluciones efectivas.
Mi objetivo principal es que puedas decirte a ti misma/o con plena convicción:
«Ahora me siento mejor, puedo manejar esta situación y tengo la confianza necesaria para superarla.»
Para ello, abordaremos tu proceso desde dos perspectivas complementarias:
Primera etapa (reducción del malestar): Trabajaremos inicialmente para aliviar el dolor emocional, la angustia o la ansiedad que puedas estar experimentando, utilizando técnicas validadas que te permitirán sentir una mejoría progresiva y sostenible.Segunda etapa (fortalecimiento personal): Una vez logrado un nivel de bienestar que te permita mayor estabilidad emocional, avanzaremos juntos/as hacia mejoras significativas en tu vida, potenciando tus recursos personales y desarrollando nuevas habilidades que favorezcan una resolución eficaz y duradera del problema.Mi enfoque terapéutico ofrece un entorno seguro, comprensivo y empático que facilite tu crecimiento personal y emocional.
Te acompaño en este camino hacia tu bienestar.
La Empatía Cognitiva: Un Camino hacia Tu Bienestar
La empatía es esencial para crear relaciones auténticas, cálidas y basadas en la confianza. En mi acompañamiento, utilizo dos tipos de empatía: la emocional y la cognitiva. Ambas son importantes, pero es especialmente a través de la empatía cognitiva donde puedo comprender profundamente tus experiencias y acompañarte desde tu propia realidad.
Significa entender cómo piensas, sientes e interpretas tus vivencias. No solo se trata de compartir tus emociones, sino de comprender plenamente tus pensamientos, creencias e intenciones. Esta comprensión profunda me permite ofrecerte un acompañamiento cercano, adaptado específicamente a ti.
Gracias a esta capacidad, puedo captar lo que va más allá de tus palabras, comprendiendo necesidades profundas, patrones repetitivos o desafíos que estás enfrentando. Esto me permite ofrecerte herramientas prácticas que realmente funcionan para ti, siempre respetando tu ritmo y tus decisiones personales.
La empatía emocional fortalece nuestra conexión desde el afecto y la cercanía, creando un ambiente seguro y acogedor. Te sentirás acompañada y apoyada en todo momento. Sin embargo, es la empatía cognitiva la que garantiza claridad en nuestro trabajo y nos permite avanzar de manera efectiva hacia tus objetivos.
Sentirte profundamente comprendida y validada.
Trabajar objetivos claros y significativos para ti.
Usar estrategias personalizadas y adaptadas a tus necesidades reales.
Afrontar desafíos y dificultades desde el respeto y la comprensión, libre de juicios.
Mi acompañamiento se basa en intervenciones científicamente validadas y orientadas a resultados concretos. Algunas técnicas con las que trabajaremos son:
Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): Estrategia estructurada que modifica patrones de pensamiento y comportamiento desadaptativos, apoyándose en métodos científicamente validados para mejorar tu bienestar emocional y calidad de vida.
Terapia Dialéctica Conductual (TDC): Intervención basada en evidencia que combina la aceptación y la modificación de comportamientos, especialmente útil para mejorar el control emocional y las habilidades interpersonales.
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Técnica que promueve la flexibilidad psicológica mediante la aceptación de experiencias internas y la orientación hacia valores personales, reduciendo significativamente el estrés emocional.
Intervenciones Breves Centradas en Soluciones (SFBT): Enfoque que identifica rápidamente soluciones prácticas, potenciando recursos y fortalezas personales, con sólida evidencia en la promoción de cambios positivos rápidos y duraderos.
Exposición Gradual y Prevención de Respuesta (EPR): Procedimiento empíricamente validado que te permite enfrentar situaciones temidas de forma gradual, desarrollando una adaptación efectiva y reducción progresiva del malestar asociado.
Activación Conductual: Estrategia que fomenta la participación sistemática en actividades positivas y significativas, científicamente demostrada para romper ciclos negativos y mejorar estados depresivos.
Todas estas herramientas están avaladas por evidencia empírica, garantizando resultados positivos, significativos y duraderos en poco tiempo.
Cada persona es única, por eso nuestro trabajo será siempre personalizado, adaptado a tu realidad y guiado por la empatía. Mi propósito es que te sientas siempre acompañada@, comprendid@ y valorad@.
A través de una profunda comprensión empática, especialmente cognitiva, te invito a construir junt@s un camino hacia tu bienestar, confianza y plenitud.
Si sientes que lo que estás viviendo empieza a afectar tu día a día, tus relaciones o tu bienestar emocional, tal vez sea momento de buscar apoyo. No hace falta llegar al límite para hacerlo.
Estas son algunas señales de que quizás la terapia pueda ayudarte:
✔ Vives con estrés constante y no logras concentrarte ni descansar bien.
✔ Tienes conflictos frecuentes con tu pareja, familia o amistades.
✔ Te sientes bloqueada, sin ilusión o sin energía para avanzar.
✔ Tus emociones te desbordan (tristeza, rabia, ansiedad) y te cuesta manejarlas.
✔ Has empezado a aislarte o a recurrir a hábitos poco saludables para sobrellevar tu malestar.
La terapia no es solo para crisis profundas. Es una oportunidad para cuidarte, comprender lo que necesitas y recuperar la estabilidad antes de que las dificultades crezcan más.
Estoy aquí para acompañarte.
Sí. Todo lo que hables en consulta es confidencial, protegido por el secreto profesional.
El duelo es la respuesta natural y necesaria ante la pérdida significativa que supone la muerte de un ser querido. Es un proceso doloroso y único para cada persona. Hablamos de dificultades cuando este camino se vuelve particularmente arduo: el dolor emocional es abrumador, persiste intensamente en el tiempo sin disminuir, o nos sentimos completamente bloqueados, incapaces de adaptarnos a la vida tras la ausencia.
Estas dificultades pueden manifestarse de muchas formas:
✔ Tristeza profunda y constante.
✔ Episodios de ira o culpa intensos (hacia uno mismo, otros, el fallecido, o las circunstancias).
✔ Ansiedad incapacitante (miedo al futuro, a la propia muerte, ataques de pánico).
✔ Confusión mental o dificultad para concentrarse.
✔ Problemas severos de sueño o alimentación.
✔ Un fuerte aislamiento social.
✔ Una sensación generalizada de vacío y falta de sentido.
Puede afectar a cualquier persona, y a veces se complica más si el entorno no reconoce o valida la pérdida o las circunstancias de la muerte (lo que se llama duelo desautorizado).
Aunque el duelo por fallecimiento duele profundamente, hay señales que indican que buscar apoyo psicológico puede ser muy beneficioso. Es recomendable hacerlo si:
→ Sientes que el dolor te desborda y no ves mejoría significativa con el paso de los meses.
→ La intensidad de tus emociones (tristeza, rabia, culpa) te impide funcionar en tu día a día (trabajo, estudios, cuidado personal, relaciones).
→ Te aíslas persistentemente de tu entorno y tus apoyos.
→ Empiezas a usar sustancias o conductas de riesgo para intentar sobrellevar el dolor.
→ Tienes pensamientos persistentes sobre reunirte con la persona fallecida o que la vida ya no merece la pena.
→ Simplemente sientes que necesitas ayuda para entender y gestionar lo que te está pasando.
Mi labor como terapeuta es estar a tu lado para aliviar el sufrimiento que conlleva tu pérdida y facilitarte el camino al procesar tu duelo. Encontrarás aquí un espacio seguro para examinar cómo esta ausencia ha influido en tu biografía personal y en tu percepción de ti mismo/a. Desarrollaremos juntos estrategias que te ayuden a asimilar esta vivencia, restablecer tu capacidad funcional cotidiana y reencontrar, a tu ritmo, la conexión con el disfrute vital.
El duelo gestacional, perinatal y neonatal es la respuesta emocional, física y social ante la pérdida de un bebé durante el embarazo (gestacional), muy cerca del momento del parto (perinatal) o en las primeras semanas después de nacer (neonatal). Es una experiencia profundamente dolorosa porque no solo implica la pérdida del bebé, sino también la pérdida de un futuro imaginado, de las esperanzas y sueños depositados, y de la identidad como madre o padre de ese hijo. Es un duelo a menudo invisible para la sociedad, que puede carecer de los ritos o el reconocimiento que acompañan otras pérdidas, haciendo que quien lo sufre se sienta aún más solo. Hablamos de dificultades cuando este proceso se vuelve especialmente complejo: el dolor es devastador y no parece suavizarse con el tiempo, surgen sentimientos intensos y persistentes de culpa o rabia, o la persona se siente incapaz de conectar de nuevo con la vida o con la idea de futuro. La sensación de tener los "brazos vacíos" puede ser abrumadora.
Las dificultades en este duelo pueden presentarse de muchas maneras, incluyendo algunas muy específicas de esta experiencia:
✔ Una tristeza y un vacío profundos, a menudo acompañados de llanto frecuente.
✔ Sentimientos intensos de culpa, preguntándose si se pudo hacer algo diferente.
✔ Ira dirigida hacia uno mismo, la pareja, el personal médico, o incluso hacia otras personas con bebés sanos.
✔ Ansiedad aguda, especialmente ante situaciones que recuerdan la pérdida (ver bebés, embarazadas, fechas señaladas).
✔ Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
✔ Alteraciones del sueño (insomnio, pesadillas) o del apetito.
✔ Necesidad de aislarse socialmente o, por el contrario, miedo a estar solo/a.
✔ Sentir el cuerpo diferente, experimentar síntomas físicos del postparto sin un bebé que cuidar (subida de leche, cambios hormonales).
✔ Anhelo físico intenso por sostener al bebé.
✔ Sensación de incomprensión por parte del entorno, invalidación del dolor o comentarios hirientes (a menudo es un duelo desautorizado).
Aunque el duelo por la pérdida de un bebé es un proceso natural que lleva tiempo, hay momentos en que el apoyo profesional es crucial. Es recomendable buscar ayuda si:
→ El dolor se siente insoportable o no disminuye su intensidad más incapacitante con el paso de los meses.
→ Las emociones como la tristeza, la culpa o la rabia impiden retomar actividades básicas de la vida diaria (trabajo, autocuidado, relación con otros hijos si los hay).
→ Existe un aislamiento social persistente y se evitan las relaciones significativas.
→ Se recurre al consumo de sustancias o a conductas de riesgo como forma de evasión.
→ Aparecen pensamientos recurrentes de que la vida ha perdido todo sentido o de no querer seguir viviendo.
→ Surgen conflictos graves y persistentes con la pareja debido a diferentes formas de llevar el duelo.
→ Hay una gran dificultad para gestionar los recuerdos o los aniversarios relacionados con la pérdida.
→ Simplemente, si sientes que necesitas un espacio seguro para hablar, validar tu experiencia y encontrar herramientas para sobrellevar este dolor tan profundo.
Como terapeuta, busco ofrecerte un refugio seguro para aminorar el sufrimiento inmenso de esta pérdida y acompañarte mientras transitas este doloroso duelo. Trabajaremos juntos en cómo esta experiencia redefine tu historia vital y tu identidad como madre/padre, buscando integrar la memoria de tu bebé de una manera significativa. El objetivo es ayudarte a recuperar funcionalidad en tu presente y encontrar, poco a poco, la manera de abrazar la vida nuevamente, permitiendo que coexistan el recuerdo y la posibilidad de disfrute.
El duelo por infertilidad es la respuesta emocional natural ante la dificultad o imposibilidad de concebir un hijo o llevar un embarazo a término cuando se desea profundamente. No es solo la ausencia de un embarazo, sino la pérdida del hijo anhelado, del futuro familiar imaginado, de la experiencia del embarazo y la crianza, y a menudo, de una parte de la identidad personal o de pareja ligada a la maternidad/paternidad. Es un camino frecuentemente marcado por la esperanza y la decepción cíclicas, tratamientos médicos invasivos y una sensación de pérdida de control sobre el propio cuerpo y proyecto vital. Hablamos de dificultades cuando este proceso genera un sufrimiento que se vuelve abrumador, consume la vida de la persona o la pareja, daña la autoestima de forma persistente o bloquea la capacidad de encontrar sentido más allá de la búsqueda del embarazo.
Las dificultades en el duelo por infertilidad pueden manifestarse de múltiples formas, a menudo intensas y fluctuantes:
✔ Tristeza profunda, sensación de vacío o desesperanza, especialmente pronunciada en ciertos momentos del ciclo o tras tratamientos fallidos.
✔ Sentimientos intensos de envidia, rabia o injusticia al ver embarazos, bebés o familias con niños.
✔ Culpa o vergüenza, sintiendo el propio cuerpo como defectuoso o "fallido".
✔ Ansiedad elevada relacionada con tratamientos, pruebas médicas, la espera de resultados o el futuro.
✔ Pensamientos obsesivos sobre la concepción, el embarazo o la crianza.
✔ Aislamiento social, evitando eventos o personas que actúan como recordatorios dolorosos (baby showers, reuniones familiares).
✔ Tensión en la relación de pareja: diferencias en el modo de afrontarlo, problemas de comunicación, dificultades en la intimidad.
✔ Sensación de incomprensión por parte del entorno, recibiendo comentarios bienintencionados pero hirientes (a menudo es un duelo desautorizado).
✔ Dificultad para disfrutar de otras áreas de la vida.
Navegar la infertilidad es inherentemente difícil, pero buscar apoyo psicológico es especialmente recomendable si:
→ Sientes que el dolor te desborda constantemente y afecta tu capacidad para funcionar en el día a día.
→ La infertilidad se ha convertido en el único foco de tu vida, eclipsando otras fuentes de satisfacción.
→ La situación está generando un conflicto grave y persistente en tu relación de pareja.
→ Tu autoestima se ve severamente dañada.
→ Te aíslas de forma significativa de tu red de apoyo social.
→ Tienes dificultades para tomar decisiones importantes sobre continuar tratamientos, explorar otras opciones (donación, adopción) o considerar un futuro sin hijos biológicos.
→ Experimentas síntomas depresivos o pensamientos sobre que la vida ha perdido todo sentido.
→ Simplemente sientes que necesitas ayuda para procesar esta experiencia tan compleja y dolorosa, y recibir herramientas para gestionarla.
Como terapeuta, mi objetivo es acompañarte para reducir el sufrimiento que la infertilidad te genera y facilitar que puedas transitar este duelo. Te ofrezco un espacio de confianza donde afrontar el impacto de esta vivencia en tu historia de vida y en la construcción de tu identidad. Juntos desarrollaremos recursos para que puedas integrar esta experiencia, recuperar funcionalidad en tu día a día y, gradualmente, abrirte de nuevo a disfrutar de la vida.
El duelo por ruptura sentimental o divorcio es la respuesta emocional natural y compleja ante el fin de una relación de pareja significativa. Implica no solo la pérdida de la persona amada, sino también la del proyecto de vida compartido, las rutinas, el círculo social asociado y, frecuentemente, una parte importante de la propia identidad que estaba ligada a ser 'pareja de'. Es un proceso que puede incluir dolor por la pérdida del vínculo, pero también por la sensación de fracaso, rechazo o traición (si la hubo), y la incertidumbre ante un futuro que debe reconstruirse. Hablamos de dificultades cuando este duelo se estanca: el sufrimiento es muy intenso y prolongado, aparecen pensamientos obsesivos sobre la expareja o la relación, o la persona se siente incapaz de rehacer su vida o de volver a confiar.
Las dificultades en este tipo de duelo pueden incluir:
✔ Tristeza profunda, llanto frecuente, sensación de vacío y soledad.
✔ Pensamientos recurrentes o rumiación sobre la expareja, los motivos de la ruptura, o escenarios alternativos.
✔ Sentimientos intensos de ira, resentimiento o culpa.
✔ Ansiedad sobre el futuro, la soledad o la posibilidad de no encontrar otra pareja.
✔ Caída de la autoestima, sentimientos de no ser suficiente o de fracaso personal.
✔ Dificultad para aceptar la realidad de la separación, idealización de la relación pasada.
✔ Aislamiento social o, por el contrario, búsqueda compulsiva de compañía.
✔ Problemas de concentración, alteraciones del sueño o del apetito.
✔ Necesidad de revisar constantemente las redes sociales de la expareja.
✔ Dificultad para establecer nuevas relaciones o miedo a la intimidad.
Aunque superar una ruptura lleva tiempo, buscar apoyo psicológico es una buena idea si:
→ El dolor emocional es devastador y no disminuye significativamente tras varios meses, afectando tu funcionamiento.
→ Los pensamientos sobre la expareja son obsesivos e interfieren constantemente en tu vida diaria.
→ Tu autoestima está severamente dañada y te sientes incapaz de valorarte.
→ Te encuentras paralizado/a, incapaz de adaptarte a tu nueva vida o de mirar hacia el futuro.
→ El aislamiento social es prolongado y evitas conectar con tu red de apoyo.
→ Estás recurriendo a sustancias o conductas de riesgo (sexo compulsivo, gastos excesivos, etc.) para evadir el dolor.
→ La ruptura está afectando de forma muy negativa a otras áreas (trabajo, cuidado de los hijos si los hay).
→ Sientes que repites patrones en tus relaciones y temes volver a pasar por lo mismo.
→ Simplemente, sientes que necesitas herramientas y apoyo para gestionar esta transición dolorosa.
Como terapeuta, puedo ayudarte a mitigar el dolor de esta ruptura y a procesar el duelo por la relación perdida. Trabajaremos en comprender cómo esta separación afecta tu narrativa personal y tu sentido de identidad fuera de la pareja. El objetivo es fortalecer tus recursos para integrar esta etapa, recuperar tu equilibrio funcional y ayudarte a reconstruir una vida satisfactoria, disfrutando de tu presente y abriéndote al futuro.
Este duelo se refiere a la respuesta emocional ante pérdidas significativas que no provienen de una muerte o una ruptura, sino de cambios importantes en nuestra vida o en nuestro estado de salud. Puede surgir ante un diagnóstico de enfermedad crónica o discapacidad sobrevenida (pérdida de salud, autonomía, capacidades), pero también ante transiciones vitales como la jubilación (pérdida de rol, rutina), el "nido vacío" (pérdida del rol parental activo diario), el envejecimiento (pérdida de juventud, capacidades) o incluso una mudanza importante. Lo que se pierde es una forma de vida anterior, un rol, unas capacidades, una salud, una seguridad o unas expectativas de futuro. Hablamos de dificultades cuando la adaptación a la nueva realidad se bloquea, generando un sufrimiento intenso y persistente, una sensación de crisis de identidad o una incapacidad para encontrar sentido o propósito en la situación actual.
Las dificultades en este tipo de duelo pueden incluir:
✔ Tristeza persistente o nostalgia por "cómo eran las cosas".
✔ Frustración, ira o resentimiento por las limitaciones o los cambios impuestos.
✔ Sentimientos de inutilidad o pérdida de propósito, especialmente tras perder un rol valorado.
✔ Miedo intenso al futuro, a la dependencia, al deterioro o a lo desconocido.
✔ Ansiedad relacionada con la gestión de la nueva situación (salud, economía, soledad).
✔ Dificultad para aceptar la nueva realidad, negación o resistencia al cambio.
✔ Vergüenza o incomodidad con la nueva condición (ej. usar ayudas técnicas, pedir ayuda).
✔ Aislamiento social por no poder participar como antes, por sentirse diferente o incomprendido.
✔ Una crisis de identidad, sintiendo que "ya no se es el/la mismo/a".
✔ Pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban.
Buscar apoyo psicológico puede ser clave para navegar estos cambios si:
→ El malestar emocional (tristeza, rabia, ansiedad, frustración) es muy intenso o duradero y afecta tu calidad de vida.
→ Te sientes incapaz de adaptarte a la nueva situación meses después del cambio o diagnóstico.
→ La pérdida de un rol (laboral, familiar) ha dejado un vacío existencial que no logras llenar.
→ Las limitaciones (de salud, vitales) generan una frustración o desesperanza que te impide encontrar nuevas satisfacciones.
→ La ansiedad por el futuro es paralizante.
→ Te aíslas socialmente de forma significativa.
→ El cambio ha desencadenado una profunda crisis de identidad.
→ Sientes que has perdido el control sobre tu vida o tus emociones.
→ Necesitas ayuda para aceptar la nueva realidad y encontrar maneras de vivir plenamente dentro de ella.
Como terapeuta, puedo acompañarte a mitigar el sufrimiento ligado a estos cambios y a transitar la adaptación a tu nueva realidad. Exploraremos juntos cómo estas transformaciones vitales o de salud impactan tu historia personal y tu sentido de identidad. El objetivo es desarrollar herramientas para integrar estas pérdidas, optimizar tu funcionamiento dentro de tus circunstancias actuales y ayudarte a descubrir nuevas fuentes de disfrute y significado en la vida.
El duelo por pérdida de empleo o jubilación es la respuesta emocional ante el cese de la actividad laboral principal, ya sea de forma inesperada (despido, fin de contrato) o planificada (jubilación). Aunque las circunstancias varían, en ambos casos se produce una pérdida significativa que va más allá de lo económico. Se pierde una rutina diaria, un rol social y profesional que a menudo define parte de nuestra identidad ("soy ingeniero", "soy maestra"), un sentido de propósito o contribución, y una red de relaciones sociales con compañeros. Para quienes pierden su empleo involuntariamente, pueden añadirse sentimientos de injusticia, rechazo o fracaso. Para quienes se jubilan, el reto es adaptarse a una vida menos estructurada y encontrar nuevas fuentes de significado. Hablamos de dificultades cuando esta transición genera un malestar profundo y persistente, una crisis de identidad, una incapacidad para adaptarse a la nueva situación o una pérdida severa de autoestima.
Las dificultades en este duelo pueden incluir:
✔ Sensación de inutilidad, aburrimiento o pérdida de propósito.
✔ Una crisis de identidad: dificultad para responder a "¿quién soy ahora?".
✔ Preocupaciones económicas intensas que generan gran ansiedad.
✔ Tristeza, apatía o dificultad para encontrar motivación.
✔ Dificultad para organizar el tiempo y establecer nuevas rutinas.
✔ Vergüenza o humillación, especialmente en casos de despido.
✔ Aislamiento social tras perder el contacto diario con colegas.
✔ Irritabilidad o tensión en las relaciones familiares por el cambio de situación o rol.
✔ Rumiación sobre el trabajo perdido, las causas del despido o la vida laboral pasada.
✔ Resistencia a buscar nuevas actividades, formación u oportunidades (laborales o de ocio).
Aunque adaptarse lleva tiempo, buscar apoyo psicológico es recomendable si:
→ La pérdida del rol profesional ha desencadenado una crisis existencial profunda y duradera ("ya no sirvo para nada").
→ La ansiedad económica es paralizante o desproporcionada respecto a la situación real.
→ Existe una incapacidad persistente para encontrar motivación, estructurar el día o iniciar nuevos proyectos o búsquedas.
→ La autoestima está gravemente afectada y predominan los sentimientos de fracaso o inutilidad.
→ El aislamiento social se prolonga y se pierden conexiones importantes.
→ La situación genera conflictos familiares significativos y persistentes.
→ Te sientes completamente perdido/a sobre cómo enfocar esta nueva etapa de tu vida.
→ Hay una idealización del pasado laboral que impide adaptarse al presente o mirar al futuro.
→ Necesitas ayuda para redefinir tu identidad y encontrar nuevas fuentes de satisfacción.
Como terapeuta, puedo ayudarte a manejar el impacto emocional de la pérdida de empleo o la jubilación y a navegar esta transición vital. Trabajaremos en resignificar tu identidad más allá del rol profesional y cómo encaja esta etapa en tu historia de vida. El objetivo es desarrollar estrategias para reorganizar tu día a día (funcionalidad), encontrar nuevas fuentes de propósito y volver a conectar con el disfrute en esta nueva fase.
Dormir. Algo tan natural y necesario, pero que para muchas personas se convierte en una fuente de angustia noche tras noche. Dar vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, despertarse a media noche con el corazón acelerado, o vivir experiencias tan extrañas y aterradoras como sentir que no puedes moverte... Si algo de esto te suena familiar, no estás solo/a. Los problemas de sueño son increíblemente comunes y pueden afectar profundamente nuestro bienestar.
Aunque cada persona lo vive a su manera, podemos hablar de algunas experiencias frecuentes:
✔ Insomnio: Es la dificultad persistente para iniciar el sueño, mantenerlo (despertarse a menudo o muy temprano) o sentir que el sueño no ha sido reparador, a pesar de tener la oportunidad de dormir. Te levantas sintiéndote cansado/a, irritable, y te cuesta concentrarte durante el día.
✔ Parálisis del Sueño: Es esa experiencia tan desconcertante de despertarte (o justo al quedarte dormido/a) y sentir que no puedes mover ni un músculo, ni hablar, aunque estás totalmente consciente. A menudo viene acompañada de sensaciones muy vívidas y aterradoras, como notar una presencia en la habitación o sentir presión en el pecho. Aunque no es peligrosa, el miedo que genera es muy real.
✔ Otras Alteraciones: Aquí entran también las pesadillas recurrentes (sueños muy angustiosos que te despiertan y recuerdas con detalle), la hipersomnia (sentir una somnolencia excesiva durante el día a pesar de haber dormido muchas horas) o incluso el sonambulismo o los terrores nocturnos (más comunes en niños, pero también en adultos).
Los problemas de sueño rara vez tienen una única causa. Suelen ser el resultado de una combinación de factores que podemos entender como una especie de "receta" personal:
1. Factores Predisponentes: Son características que nos hacen más vulnerables para desarrollar problemas de sueño en algún momento. Es como tener el terreno un poco más abonado para que surja la dificultad.
✔ Genética: A veces hay una cierta predisposición familiar.
✔ Rasgos de personalidad: Ser una persona que tiende a preocuparse mucho, muy perfeccionista, o con alta sensibilidad a la ansiedad.
✔ Historia personal: Haber vivido experiencias difíciles o traumáticas en el pasado, o tener una base de estrés crónico.
✔ Condiciones médicas o psicológicas previas: Padecer dolor crónico, ansiedad, depresión...
2. Factores Desencadenantes: Son los eventos o situaciones que desencadenan el problema de sueño en un momento concreto. Actúan como el detonante que inicia el periodo de mal dormir.
✔ Estrés agudo: Un despido, una ruptura, un examen importante, una mudanza, un conflicto fuerte.
✔ Cambios en la rutina: Un viaje con cambio horario (jet lag), empezar a trabajar por turnos, el nacimiento de un hijo.
✔ Enfermedad o dolor: Una gripe, una lesión, un brote de una enfermedad crónica.
✔ Cambios hormonales: Embarazo, menopausia.
✔ Uso o retirada de sustancias/medicamentos: Empezar o dejar ciertos fármacos, consumir más cafeína o alcohol de lo habitual.
✔ Una mala noche puntual: A veces, una noche de insomnio aislada puede generar tanta preocupación que se convierte en el inicio del problema.
3. Factores Mantenedores (El círculo vicioso que lo mantiene activo): ¡Esta es la clave! Son las cosas que hacemos (o dejamos de hacer) y pensamos en respuesta a nuestros problemas de sueño, y que, sin darnos cuenta, hacen que el problema se quede con nosotros a largo plazo. Son como echarle leña al fuego. Aquí es donde más podemos intervenir en terapia:
✔ Preocupación excesiva por el sueño: Pasar horas en la cama dando vueltas, frustrándote, mirando el reloj constantemente, pensando "si no duermo mañana estaré fatal". Esta ansiedad activa tu sistema nervioso y te impide relajarte para dormir.
✔ Hábitos de sueño desadaptativos: Incluyen pasar demasiado tiempo en la cama despierto/a (la cama se asocia con frustración, no con descanso), horarios de sueño muy irregulares (acostarse y levantarse cada día a una hora diferente), echar siestas largas o tardías, usar pantallas (móvil, tablet, TV) en la cama o justo antes de dormir, y consumir cafeína o alcohol cerca de la hora de dormir (el alcohol puede ayudar a conciliar el sueño inicialmente, pero luego lo fragmenta).
✔ Evitación de actividades por cansancio: Dejar de hacer cosas que te gustan o ver a gente porque "estás demasiado cansado/a", lo que puede llevar al aislamiento, empeorar el ánimo y reducir la actividad física (que ayuda a dormir).
✔ Pensamientos negativos sobre el sueño: Creer que "eres mal/a dormidor/a", que "nunca vas a volver a dormir bien", que "necesitas X horas exactas para funcionar".
✔ Asociar la parálisis del sueño con algo peligroso o sobrenatural: Esto aumenta enormemente el miedo y la ansiedad anticipatoria antes de dormir.
El problema de estos factores mantenedores es que crean un círculo vicioso muy potente. La mala noche te lleva a preocuparte más, esa preocupación te impide dormir la noche siguiente, los malos hábitos que adoptas para "compensar" (como echar una siesta larga) desregulan aún más tu sueño, el cansancio te hace evitar actividades, lo que empeora tu ánimo... y así sucesivamente. La bola de nieve se hace cada vez más grande, sientes que el problema controla tu vida y afecta a tu humor, tu energía, tu concentración, tus relaciones y tu salud en general.
Es importante pedir ayuda psicológica especializada si te reconoces en algunas de estas señales:
✔ Las dificultades para dormir (o las experiencias como la parálisis) persisten durante semanas o meses.
✔ Te sientes cansado/a, irritable o con dificultades de concentración la mayor parte de los días.
✔ Sientes mucha angustia, ansiedad o miedo relacionados con el sueño o con irte a la cama.
✔ Los problemas de sueño están afectando negativamente a tu trabajo, tus estudios, tus relaciones o tu capacidad para disfrutar de la vida.
✔ Has empezado a depender de pastillas (con o sin receta) o alcohol para intentar dormir.
✔ Has intentado cambiar tus hábitos por tu cuenta, pero no consigues una mejoría duradera.
✔ Las experiencias como la parálisis del sueño son frecuentes y te aterran.
Como terapeuta, mi objetivo es ayudarte a identificar y analizar la interacción particular entre los factores predisponentes, precipitantes y aquellos que mantienen la dificultad en tu caso concreto. Trabajaremos juntos/as para entender por qué tu sueño se ha alterado y qué lo mantiene así. Desarrollaremos estrategias y herramientas prácticas (basadas en enfoques con evidencia como la Terapia Cognitivo-Conductual para el Insomnio o TCC-I) para romper esos círculos viciosos, reducir la ansiedad asociada al sueño, mejorar tus hábitos y que puedas volver a ver la cama como un lugar de descanso y no de lucha. El objetivo es que recuperes la confianza en tu capacidad para dormir y puedas disfrutar de un descanso reparador.
Todos pasamos por momentos difíciles: estrés, tristeza, enfado, miedo... y todos necesitamos maneras de lidiar con eso (estrategias de afrontamiento). Algunas formas son útiles, como hablar con alguien, hacer deporte o buscar soluciones. Pero a veces, usamos estrategias que nos dan un alivio rápido en el momento, pero que a la larga nos crean más problemas o no nos dejan solucionar lo que de verdad nos pasa. Es como tapar una herida sucia sin limpiarla: parece que hacemos algo, pero la infección sigue ahí. Estas son las estrategias problemáticas o desadaptativas.
Las más comunes se pueden agrupar en dos tipos:
1. Adicciones o Conductas Compulsivas: Aquí hablamos de perder el control sobre algo. Puede ser una sustancia (alcohol, porros, pastillas...) o una conducta. La persona lo hace una y otra vez, le cuesta mucho parar aunque quiera, y sigue a pesar de las consecuencias negativas. Algunos ejemplos muy comunes son: el juego (apuestas, máquinas...), las compras compulsivas, pasar demasiado tiempo en internet, redes sociales o videojuegos, el consumo de pornografía de forma excesiva o incontrolable, buscar sexo compulsivo o de riesgo para escapar, o comer emocionalmente (usar la comida para calmar emociones, sin hambre real).
2. Evitación: Consiste en intentar por todos los medios escapar, ignorar o anestesiar pensamientos, sentimientos o recuerdos que nos resultan incómodos (ansiedad, vacío, culpa, miedo...). También evitamos situaciones que nos los provocan. Ejemplos comunes son dejar tareas para mañana (procrastinar), aislarse socialmente, trabajar en exceso para no pensar, estar siempre ocupado/a, o aplicar la "ley del hielo" (ignorar a alguien para evitar conflicto o como castigo indirecto). Otra forma de evitación, más sutil, es la agresividad desplazada: a veces, la frustración o el dolor interno son tan grandes que, en lugar de afrontarlos, explotamos contra otros. Es como atacar a alguien cercano porque no podemos o no sabemos ver la raíz real de nuestro malestar, desviando así la atención del problema principal.
El problema es que estas estrategias crean un peligroso círculo vicioso. Funciona más o menos así:
Te sientes mal (estrés, ansiedad, tristeza...) ➔ Usas tu estrategia (comes, bebes, evitas, explotas...) ➔ Sientes un alivio temporal, un escape rápido ➔ Pero luego vienen las consecuencias negativas (te sientes culpable, tienes problemas de salud, discutes con tu pareja, tienes deudas, el problema original sigue ahí o empeora...) ➔ Estas consecuencias hacen que te sientas aún peor (más malestar, más ansiedad, más culpa...) ➔ Y esto refuerza la necesidad de volver a usar la estrategia para escapar de ese nuevo malestar... y vuelta a empezar.
Al final, sientes que esa conducta o esa forma de evitar controla tu vida y te impide resolver los problemas de verdad o sentirte bien de forma estable.
Es importante pedir ayuda especializada si te reconoces en algunas de estas señales:
→ Sientes que has perdido el control sobre eso (la comida, internet, el alcohol, la evitación, tu agresividad...) y no puedes parar o reducirlo aunque quieras.
→ Te está causando problemas serios y evidentes en tu vida: con tu salud, tus relaciones importantes, tu trabajo o estudios, tu economía.
→ Le dedicas demasiado tiempo y energía mental (pensando en ello, haciéndolo, recuperándote...).
→ Es tu forma principal (o casi única) de lidiar con el estrés, la ansiedad o las emociones difíciles.
→ Has intentado cambiar por tu cuenta varias veces, pero no lo consigues de forma duradera.
→ La gente que te quiere está preocupada por ti o te ha dicho algo al respecto.
→ Eres consciente de que te hace daño o daña a otros (como con la agresividad o la "ley del hielo"), pero sigues haciéndolo.
→ Sientes que no puedes afrontar ciertas situaciones o emociones si no recurres a esa estrategia.
Como terapeuta, mi objetivo es ayudarte a comprender por qué recurres a estas formas de afrontamiento y a romper ese ciclo que te causa sufrimiento. Trabajaremos juntos para explorar alternativas más saludables que encajen con tu historia personal y fortalezcan tu identidad. Desarrollaremos herramientas para que puedas manejar el malestar de manera constructiva, mejorar tu funcionamiento general y encontrar formas más auténticas de disfrutar de tu vida.
¿Qué significa?
A veces, podemos sentirnos atrapados en un estado de malestar emocional casi constante: nerviosismo, tristeza, irritabilidad, agobio... sin saber muy bien por qué o cómo salir de ahí. Esto a menudo va unido a una dificultad para identificar claramente qué estamos sintiendo (¿es enfado, miedo, frustración?) y, sobre todo, para manejar esas emociones una vez que aparecen. Sentimos que nos desbordan o que no tenemos herramientas para calmarnos.
Muchas veces, la ansiedad actúa como un amplificador en este proceso. Una base de ansiedad puede hacer que estemos hipervigilantes, que interpretemos situaciones neutras como amenazantes (ver todo terrible) y que nuestras alarmas internas salten de forma desproporcionada ante problemas pequeños (matar moscas a cañonazos). Este estado de alerta constante alimenta el malestar y, al no saber cómo gestionar ni la ansiedad ni las emociones que genera, nos sentimos aún más perdidos y superados.
¿Cuál es su alcance? (Manifestaciones)
Vivir con esta dificultad puede manifestarse de muchas formas:
✔ Sensación frecuente de nerviosismo, agobio o tensión sin causa clara aparente.
✔ Dificultad para poner nombre o entender lo que sientes (¿estoy triste, enfadado, asustado?).
✔ Reacciones emocionales muy intensas (llanto fácil, irritabilidad, enfados explosivos) que parecen desproporcionadas a la situación.
✔ Tendencia a ver el lado negativo de las cosas o esperar siempre lo peor (catastrofismo).
✔ Sentirse fácilmente superado/a por los problemas cotidianos o el estrés.
✔ Preocupación constante y dificultad para relajarse o desconectar.
✔ Síntomas físicos frecuentes ligados al estrés o la ansiedad (dolor de cabeza tensional, problemas digestivos, nudo en el estómago, cansancio...).
✔ Dificultad para calmarse una vez que se activa una emoción intensa.
✔ Sensación de inestabilidad emocional, como estar en una montaña rusa.
✔ A veces, impulsividad al reaccionar o tomar decisiones bajo presión emocional.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Aunque todos tenemos días o épocas emocionalmente difíciles, buscar apoyo psicológico es importante si:
→ El malestar emocional es casi constante y tiñe negativamente la mayor parte de tus días.
→ Tus reacciones emocionales intensas te causan problemas frecuentes en tus relaciones (pareja, familia, amigos, trabajo).
→ Te sientes incapaz de manejar el estrés diario sin sentirte completamente desbordado/a.
→ La preocupación o la visión negativa te impiden disfrutar de la vida, descansar o ilusionarte por el futuro.
→ A menudo no entiendes por qué te sientes como te sientes, y esa confusión te genera aún más angustia.
→ Has empezado a usar estrategias problemáticas (como evitación, aislamiento, comer emocionalmente, sustancias...) para intentar tapar o controlar cómo te sientes.
→ Los síntomas físicos del estrés o la ansiedad son muy frecuentes o intensos.
→ Sientes que tus emociones te controlan a ti, en lugar de poder tener cierto manejo sobre ellas.
→ Quieres aprender a entenderte mejor y a vivir tus emociones de una forma más serena.
Mi labor como terapeuta es ayudarte a salir de ese ciclo de sentirte mal constantemente. Trabajaremos para que puedas comprender y manejar mejor tus emociones, entendiendo cómo la ansiedad influye y explorando sus raíces en tu historia vital. El objetivo es que recuperes la sensación de control sobre tu mundo emocional, mejores tu funcionamiento diario y encuentres la manera de vivir con más serenidad y disfrutar de tu día a día.
¿Qué significa?
Esta categoría agrupa diferentes tipos de ansiedad que tienen en común la presencia de un miedo intenso, persistente y a menudo desproporcionado respecto al peligro real de una situación. Este miedo puede estar centrado en objetos o situaciones concretas (Fobias), en la interacción con otras personas (Ansiedad Social) o en la propia salud (Ansiedad por la Salud), y generalmente lleva a la persona a evitar lo que teme, limitando significativamente su vida.
Incluye:
Fobias Específicas: Un temor abrumador y muy específico hacia algo que objetivamente presenta poco o ningún peligro. Ejemplos muy comunes son el miedo a ciertos animales (arañas, perros...), a entornos naturales (alturas, tormentas), a la sangre o las agujas, o a situaciones como volar en avión, usar el ascensor, los espacios cerrados (claustrofobia) o incluso conducir.Ansiedad Social (Fobia Social): Un miedo profundo a las situaciones sociales o actuaciones en público por temor a ser juzgado/a, humillado/a o rechazado/a. La persona teme comportarse de forma inadecuada, decir algo incorrecto o que los demás noten su ansiedad (sonrojarse, temblar...).Ansiedad por la Salud (Hipocondría): Una preocupación excesiva y persistente por tener o poder desarrollar una enfermedad grave, a menudo interpretando sensaciones corporales normales como signos de alarma y buscando constante reaseguramiento médico o, por el contrario, evitando cualquier chequeo por miedo.Hablamos de dificultades cuando este miedo se vuelve tan intenso que interfiere gravemente con la rutina, el trabajo, las actividades sociales o las relaciones, o causa un malestar y una preocupación constantes.
¿Cuál es su alcance? (Manifestaciones)
Vivir con estos miedos intensos puede manifestarse de muchas formas:
✔ Miedo o pánico intenso al exponerse (o incluso al pensar en) al estímulo temido (objeto, situación social, síntoma físico).
✔ Evitación activa y persistente de las situaciones temidas (no volar, rechazar invitaciones, no conducir, evitar médicos...).
✔ Ansiedad anticipatoria: Sufrir y preocuparse mucho antes de tener que enfrentar la situación.
✔ Síntomas físicos intensos durante la exposición o la anticipación (palpitaciones, sudoración, temblores, dificultad para respirar, mareos, náuseas...).
✔ Pensamientos catastrofistas sobre las terribles consecuencias que podrían ocurrir ("el avión se caerá", "haré el ridículo y todos se reirán", "este lunar es cáncer seguro").
✔ En Ansiedad Social: Miedo extremo a ser el centro de atención, a interactuar con desconocidos, a hablar en público, a comer o beber delante de otros.
✔ En Ansiedad por la Salud: Comprobaciones corporales repetitivas, búsqueda compulsiva de información sobre enfermedades en internet, visitas frecuentes a médicos buscando reaseguramiento, o todo lo contrario, evitación total de temas de salud.
✔ A menudo, la persona reconoce que su miedo es excesivo, pero se siente incapaz de controlarlo.
✔ El miedo, la ansiedad o la evitación causan un malestar clínicamente significativo o un deterioro en áreas importantes de la vida.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Aunque ciertos temores son comunes, es importante buscar apoyo psicológico si:
→ El miedo te impide realizar actividades importantes o deseadas (viajar por trabajo o placer, ir a eventos sociales, conducir para ir a trabajar, acudir a citas médicas necesarias...).
→ La evitación de situaciones está restringiendo gravemente tu vida y tus oportunidades.
→ Pasas mucho tiempo preocupándote por el miedo o planificando cómo evitar las situaciones temidas.
→ Experimentas ataques de pánico frecuentes o muy intensos relacionados con estos miedos.
→ La ansiedad por la salud te lleva a conductas compulsivas (chequeos, búsquedas) o a una evitación peligrosa de la atención médica.
→ La ansiedad social te provoca un aislamiento significativo o te frena en tu desarrollo personal o profesional.
→ Eres consciente de que el miedo es desproporcionado pero te sientes totalmente bloqueado/a para superarlo.
→ El miedo está afectando tu autoestima ("soy un/a cobarde") o tu estado de ánimo general (tristeza, frustración).
Como terapeuta, mi objetivo es ayudarte a reducir la intensidad de estos miedos y la ansiedad que generan, para que dejen de controlar tu vida. Trabajaremos en entender el origen y mantenimiento de tus temores y cómo afectan tu identidad y tu historia. Desarrollaremos estrategias graduales y seguras para que puedas afrontar lo que temes (funcionalidad), recuperando así libertad y la capacidad de disfrutar de experiencias que ahora evitas.
¿Qué significa?
Este tipo de ansiedad surge de la presión intensa, ya sea autoimpuesta (perfeccionismo) o derivada del entorno (estrés laboral o académico). No se trata solo de querer hacer las cosas bien, sino de sentir una necesidad imperiosa de alcanzar estándares muy altos, a menudo irrealistas, y un miedo atroz a cometer errores, a fracasar o a no ser suficiente. El perfeccionismo nos lleva a ser jueces muy duros con nosotros mismos, basando nuestra autoestima casi exclusivamente en los logros y la productividad. Por otro lado, el entorno laboral o académico actual, con sus altas demandas, competitividad, plazos ajustados y evaluaciones constantes, puede generar un nivel de estrés crónico que alimenta la ansiedad.
Hablamos de dificultades cuando esta exigencia, interna o externa, nos atrapa en un ciclo agotador de esfuerzo, preocupación, autocrítica y miedo, donde el descanso parece un lujo o una pérdida de tiempo, y se corre el riesgo de llegar al agotamiento (burnout).
¿Cuál es su alcance? (Manifestaciones)
La ansiedad ligada a la exigencia puede manifestarse de diversas maneras:
✔ Preocupación constante por el rendimiento, por no llegar a todo, por cometer errores o por no cumplir las expectativas.
✔ Autocrítica muy severa y dificultad para valorar o disfrutar de los propios logros ("nunca es suficiente").
✔ Tendencia a la procrastinación (por miedo a no poder hacerlo perfecto) o, al contrario, al trabajo compulsivo y excesivo (workaholism).
✔ Dificultad para delegar tareas o confiar en el trabajo de otros.
✔ Tensión física constante, irritabilidad, dificultad para relajarse o desconectar (incluso en fines de semana o vacaciones).
✔ Problemas de sueño (dificultad para conciliar por darle vueltas a las cosas, despertares...).
✔ Miedo intenso a la evaluación, a las críticas o al feedback negativo.
✔ Comparación social constante, sintiéndose a menudo inferior o "menos capaz" que los demás.
✔ Sacrificio de la vida personal, las relaciones, el ocio o la salud en favor de las obligaciones laborales o académicas.
✔ Sensación de estar siempre "al límite", agotado/a física y mentalmente (riesgo de burnout).
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Aunque cierta exigencia puede ser motivadora, es crucial buscar apoyo psicológico si:
→ La ansiedad por el rendimiento es tan alta que te bloquea, te hace sufrir enormemente o incluso empeora tus resultados.
→ El miedo a fallar te paraliza, impidiéndote empezar tareas, asumir retos o disfrutar del aprendizaje.
→ La autocrítica es constante y destructiva, afectando gravemente tu autoestima y tu estado de ánimo.
→ Estás experimentando síntomas claros de agotamiento o burnout (cansancio extremo que no mejora con el descanso, cinismo, sensación de ineficacia...).
→ Tu vida personal (relaciones, ocio, salud) se está viendo seriamente comprometida por tu dedicación al trabajo o estudios.
→ Te sientes atrapado/a en un ciclo de autoexigencia y estrés del que no sabes cómo salir.
→ Tu valor como persona parece depender casi exclusivamente de tus éxitos y tu productividad.
→ Te resulta casi imposible desconectar, descansar o permitirte disfrutar sin sentir culpa.
→ Quieres aprender a relacionarte de forma más sana con tus responsabilidades y contigo mismo/a.
Como terapeuta, puedo ayudarte a manejar la ansiedad ligada a la exigencia y a desarrollar una relación más sana con el rendimiento y el perfeccionismo. Trabajaremos en entender cómo estos patrones se han formado en tu historia y afectan tu identidad y autoestima. El objetivo es que aprendas a establecer límites realistas, gestionar el estrés (funcionalidad), cultivar la autocompasión y encontrar un equilibrio que te permita disfrutar tanto de tus logros como del descanso y otras áreas de tu vida.
El TOC es un trastorno de salud mental que se caracteriza por un patrón de pensamientos no deseados e intrusivos (obsesiones) y/o conductas repetitivas (compulsiones). Estas obsesiones y compulsiones causan un malestar significativo, consumen tiempo e interfieren en la vida diaria.
Vivir con TOC sin tratamiento puede ser agotador y afectar profundamente muchas áreas de la vida. Sus consecuencias incluyen:
✔ Un estado casi constante de ansiedad, duda, culpa o angustia.✔ Consumo enorme de tiempo y energía dedicado a las obsesiones y compulsiones (a menudo más de una hora al día, a veces muchas más).✔ Interferencia significativa con las rutinas diarias, el trabajo, los estudios y las responsabilidades.✔ Deterioro de las relaciones sociales y familiares (por ocultamiento, irritabilidad, o por intentar involucrar a otros en los rituales).✔ Evitación de personas, lugares, objetos o situaciones que puedan desencadenar las obsesiones.✔ Sentimientos de vergüenza, aislamiento y baja autoestima.✔ Agotamiento físico y mental debido a la lucha interna constante.✔ En casos severos, puede llevar a una discapacidad funcional importante.Es fundamental buscar ayuda profesional especializada (psicólogo/psiquiatra con experiencia en TOC) si te identificas con esto:
→ Tus pensamientos intrusivos (obsesiones) te causan mucha ansiedad o malestar.→ Realizas conductas repetitivas o rituales mentales (compulsiones) para intentar calmar esa ansiedad o prevenir algo malo, y te cuesta mucho resistirte a ellas.→ Las obsesiones o compulsiones te ocupan mucho tiempo (por ejemplo, más de una hora al día).*→ Sientes que estos pensamientos o rituales interfieren con tu trabajo, estudios, vida social, relaciones o tu capacidad para disfrutar de la vida.
→ Has intentado parar por tu cuenta, pero no lo consigues o la ansiedad se vuelve insoportable.→ Te sientes atrapado/a, avergonzado/a o desesperanzado/a por esta situación.Recuerda que el TOC es un trastorno tratable. Existen terapias muy eficaces, como la Exposición con Prevención de Respuesta (EPR), y también opciones farmacológicas que pueden ayudar significativamente a recuperar el control de tu vida y reducir el sufrimiento. Pedir ayuda es el primer paso.
¿Qué significa?
La depresión a menudo va de la mano de una lucha interna con nuestro sentido de valía personal (autoestima) y con cómo percibimos y sentimos nuestro propio cuerpo (imagen corporal). No se trata de simple vanidad, sino de algo mucho más profundo. La depresión puede teñir nuestra visión de nosotros mismos de un color muy oscuro, llevándonos a sentir que no valemos nada, que somos inútiles, culpables o defectuosos. Esta visión negativa se extiende frecuentemente al cuerpo: podemos empezar a vernos de forma muy crítica, a magnificar supuestos defectos o a sentir rechazo o desconexión hacia nuestra apariencia física, incluso aunque no haya cambiado objetivamente. Además, los propios síntomas de la depresión (cambios de peso, falta de energía para cuidarse) pueden empeorar esta percepción. Hablamos de dificultades cuando esta autocrítica destructiva y esta insatisfacción corporal se vuelven constantes, generando un gran sufrimiento y reforzando el propio estado depresivo.
¿Cuál es su alcance? (Manifestaciones)
Estos conflictos pueden manifestarse de muchas maneras:
✔ Autocrítica constante y muy severa sobre cualquier aspecto de uno/a mismo/a (no solo el físico).
✔ Sentimientos persistentes y profundos de no ser suficiente, de no merecer cosas buenas o de ser una carga.
✔ Comparación social frecuente, sintiéndose siempre en desventaja o inferior.
✔ Preocupación excesiva por la apariencia física, centrándose obsesivamente en "defectos" o en el peso.
✔ Insatisfacción generalizada con el propio cuerpo, vergüenza o incluso rechazo hacia él.
✔ Evitación de situaciones que expongan el cuerpo o la persona: evitar mirarse al espejo, fotos, ropa determinada, relaciones íntimas, eventos sociales.
✔ Pensamientos del tipo "si fuera más [delgado/a, guapo/a, listo/a...], entonces sí sería feliz/válido/a".
✔ Dificultad para aceptar cumplidos o reconocer las propias cualidades.
✔ A veces, descuido del aspecto físico y la higiene como reflejo de la falta de valoración personal.
✔ Sensibilidad extrema a cualquier crítica o comentario negativo (real o percibido).
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Aunque todos podemos tener inseguridades, buscar apoyo psicológico es fundamental cuando:
→ La baja autoestima es tan intensa que te impide relacionarte, trabajar, estudiar o perseguir tus metas por miedo al rechazo o al fracaso.
→ Los pensamientos negativos sobre ti o tu cuerpo son constantes, intrusivos y muy dolorosos.
→ La preocupación por tu imagen corporal te lleva a conductas perjudiciales (restricción alimentaria severa, ejercicio compulsivo, aislamiento, etc.).
→ Evitas sistemáticamente actividades sociales, laborales, académicas o placenteras debido a tu inseguridad o insatisfacción corporal.
→ Tu valoración personal depende casi por completo de cómo te ves físicamente o de lo que crees que otros piensan de ti.
→ Eres incapaz de ver o valorar tus cualidades positivas.
→ Sientes que esta visión negativa de ti mismo/a está alimentando tu depresión y dificultando tu recuperación.
→ Deseas construir una relación más sana y compasiva contigo mismo/a y con tu cuerpo.
Como terapeuta, mi objetivo es ayudarte a reducir la autocrítica destructiva y el malestar con tu imagen corporal, elementos que a menudo alimentan la depresión. Trabajaremos en explorar las raíces de tu autoestima en tu historia personal y en construir una visión de ti mismo/a más compasiva y realista. Buscaremos desarrollar estrategias para fomentar la autoaceptación y el respeto por tu cuerpo, permitiéndote funcionar con más seguridad y reconectar con el disfrute desde un lugar de mayor valía personal.
¿Qué significa?
Esta es una de las experiencias más duras de la depresión. Se caracteriza por una tristeza muy profunda, que lo invade todo y se siente diferente a la tristeza normal, a menudo acompañada de una dolorosa sensación de vacío emocional. Pero lo que define especialmente este estado es la desesperanza: la convicción profunda y paralizante de que las cosas no van a mejorar, de que el sufrimiento actual es permanente y de que no hay nada que uno/a pueda hacer para cambiarlo (impotencia). El futuro no se ve, o se ve como algo sombrío, amenazante y pesado.
Es importante saber que este dolor inmenso no siempre se manifiesta solo como tristeza. A veces, especialmente (aunque no exclusivamente) en hombres, esta profunda frustración y desesperanza puede expresarse predominantemente a través de la irritabilidad constante, el enfado o un marcado cinismo.
Hablamos de dificultades cuando esta combinación de tristeza, vacío y, sobre todo, desesperanza, nos deja atrapados/as, sin energía ni motivación para nada, aislados y sintiendo que el presente es insoportable y el futuro, inexistente o aterrador.
¿Cuál es su alcance? (Manifestaciones)
Vivir con esta carga puede manifestarse de muchas formas:
✔ Sentimiento constante y generalizado de tristeza profunda, vacío o anestesia afectiva.
✔ Llanto frecuente, a veces desconsolado, o una incapacidad total para llorar o sentir.
✔ Una visión del futuro extremadamente pesimista y negativa (desesperanza total).
✔ La creencia firme de que los problemas personales no tienen solución y que la situación vital nunca mejorará.
✔ Sentimientos intensos de impotencia, de estar atado/a de pies y manos.
✔ Frecuente irritabilidad, frustración o reacciones de enfado que pueden parecer desproporcionadas.
✔ Pérdida de fe radical en uno/a mismo/a, en los demás o en el sentido de la vida.
✔ Incapacidad para imaginar, desear o planificar algo positivo en el futuro.
✔ Sensación de estar atrapado/a sin salida, como en un túnel oscuro.
✔ Pensamientos recurrentes sobre la muerte o el morir como única forma de escapar al sufrimiento.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
La desesperanza es una señal de alarma importante en la depresión. Es crucial buscar apoyo psicológico profesional si:
→ La tristeza y la desesperanza son tan intensas que anulan tu capacidad para funcionar o conectar con algo o alguien.
→ Estás convencido/a de que nada va a cambiar o de que nadie puede ayudarte.
→ Estos sentimientos persisten durante semanas o meses sin un alivio real.
→ La irritabilidad o el enfado derivados de este malestar están causando daño en tus relaciones.
→ La desesperanza te lleva a descuidar aspectos básicos de tu salud o seguridad.
→ ¡ATENCIÓN URGENTE! Si tienes pensamientos sobre la muerte como una opción, sobre querer desaparecer, hacerte daño o quitarte la vida. La desesperanza puede hacer que estas ideas parezcan la única salida, pero no lo son.
→ Te sientes completamente solo/a, impotente y sin recursos ante este sufrimiento.
→ Necesitas desesperadamente encontrar un motivo para seguir o una forma de aliviar este peso.
Si estás teniendo pensamientos sobre quitarte la vida o crees que es la única salida, por favor, contacta conmigo AHORA MISMO. Tu vida es importante. Utiliza el formulario indicando Urgente Suicidio especificando tu situación. No te preocupes por el dinero en este momento, buscaremos la forma de ayudarte prioritariamente.
Como terapeuta, mi propósito es acompañarte en medio de esa sensación de que el futuro pesa demasiado. Te ofrezco un espacio seguro para validar tu tristeza profunda y para empezar a desmontar la desesperanza. Exploraremos juntos cómo esta visión se ha forjado en tu historia personal y afecta tu identidad. Trabajaremos para encontrar fisuras de luz en esa oscuridad, reactivar tus recursos internos (funcionalidad) y ayudarte a reconectar con la posibilidad de un futuro diferente, donde el disfrute y el sentido vuelvan a tener cabida.
Que existan desacuerdos o discusiones en una pareja es normal; lo importante es cómo se gestionan. Hablamos de 'patrones de comunicación negativa y conflicto destructivo' cuando la forma habitual de interactuar, especialmente al discutir, está dañando la relación. Esto incluye caer repetidamente en:
• La crítica personal (atacar al otro, no al problema).
• El desprecio (sarcasmo, burlas, insultos, superioridad).
• La actitud defensiva (no escuchar, justificarse, culpar).
• La evasión (retirarse, ignorar, 'ley del hielo').
Las discusiones suelen escalar rápidamente, se pierden en reproches y rara vez llegan a una solución constructiva.
Esta dinámica genera un gran desgaste emocional y deteriora profundamente el vínculo. Sus consecuencias incluyen:
✔ Un clima de tensión constante y resentimiento acumulado.
✔ Profunda distancia emocional.
✔ Pérdida significativa de la confianza, el cariño y la intimidad (física y emocional).
✔ Sentirse crónicamente heridos, incomprendidos o frustrados.
✔ Sensación de soledad dentro de la relación.
✔ Desesperanza sobre la posibilidad de un cambio.
Cada nueva discusión parece confirmar que "no hay solución" y aleja más a la pareja.
Es muy recomendable que consideren buscar terapia de pareja si se reconocen en varias de estas situaciones:
→ Se dan cuenta de que están 'atrapados' en estos ciclos de discusiones dañinas y no consiguen salir solos.
→ Sus peleas son muy frecuentes, intensas, y siempre acaban sintiéndose peor.
→ La crítica, el sarcasmo, los reproches o la frialdad emocional se han convertido en la 'banda sonora' habitual.
→ Evitan sacar temas importantes por miedo a la reacción del otro o a la pelea.
→ Sienten que la distancia emocional es muy grande; que el afecto o la complicidad se han reducido drásticamente.
→ La idea de la separación empieza a rondar como una posible alternativa.
La terapia de pareja os proporciona un espacio seguro, neutral y guiado. El objetivo es ayudaros a entender qué falla en vuestra comunicación, a identificar y romper esos patrones destructivos, a aprender herramientas para comunicaros mejor (con respeto y empatía, incluso en desacuerdo), y a trabajar para reconstruir la conexión emocional y la confianza mutua.






Modalidad Online o Presencial
Un espacio personal y confidencial. Trabajaremos juntos/as con un enfoque práctico y colaborativo para entender lo que te preocupa, fortalecer tus propios recursos y que recuperes tu bienestar.
Para momentos en que sientes que la ansiedad, el desánimo o el estrés te superan. Un espacio seguro y confidencial para comprender qué te sucede, identificar patrones que te limitan y recuperar el control de tu vida.
Si estás atravesando un momento complicado –quizás lidiando con estrés, ansiedad o desánimo, afrontando un duelo, sintiendo sobrecarga por la conciliación trabajo-familia, o con dificultades de autoestima– este es tu espacio seguro.
Nuestro enfoque técnico se basa en una evaluación exhaustiva para establecer un diagnóstico preciso, que guiará un tratamiento efectivo. Abordamos condiciones como trastornos de ansiedad, depresivos y del ánimo con un plan terapéutico estructurado.
Eficacia online: Una de las revisiones más exhaustivas, publicada en la prestigiosa revista médica The Lancet Psychiatry, analizó 17 estudios y concluyó de forma contundente que la terapia online logra los mismos resultados que la terapia presencial para la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático.

Modalidad Online o Presencial
Un espacio neutral dedicado a vosotros como pareja. Os acompaño con un enfoque práctico para ayudaros a mejorar vuestra comunicación, resolver los conflictos y reencontrar la conexión.
Cuando sienten que las discusiones se repiten en bucle y la distancia emocional crece. Un espacio para detener la escalada, mejorar la comunicación y reencontrar el camino hacia un proyecto en común más sano y enriquecedor.
Si sentís que las discusiones se repiten sin llegar a ningún sitio, notáis cierta distancia emocional o simplemente os cuesta entenderos, este espacio os puede ayudar a recuperar la confianza y disfrutar más de vuestro proyecto en común.
El tratamiento de pareja se enfoca en el diagnóstico de las dinámicas relacionales para reestructurar patrones de comunicación disfuncionales y resolver conflictos. El objetivo es proporcionar herramientas para construir una dinámica más sana y funcional.
Eficacia online: Un estudio clave publicado en el Journal of Marital and Family Therapy comparó directamente a parejas en terapia online y presencial. La conclusión fue clara: la modalidad online es igualmente eficaz para mejorar la comunicación, resolver conflictos y aumentar la satisfacción en la relación.

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Para padres y madres que observan con preocupación cambios en el comportamiento, la gestión de emociones o las relaciones sociales de sus hijos/as. Un espacio de apoyo para comprender qué necesitan y fortalecer el bienestar familiar.
El proceso clínico comienza con una evaluación y diagnóstico cuidadoso para comprender los desafíos específicos del niño/a o adolescente. A partir de ahí, diseñamos un plan de tratamiento personalizado, que siempre incluye sesiones de orientación para padres y madres.
Eficacia online: La Asociación Americana de Psicología (APA), máxima autoridad en la materia, respalda la telepsicología para jóvenes. Sus revisiones demuestran que los niños y adolescentes se adaptan excelentemente al formato online, logrando una mejora clínica equivalente a la terapia presencial.

Modalidad Online o Presencial
¿Sientes que nadie más comprende realmente por lo que estás pasando? Encuentra comprensión, comparte experiencias y obtén herramientas prácticas en un espacio seguro, confidencial y profesional.
La terapia en grupo te permite conectar con otras personas que enfrentan desafíos similares, reduciendo la sensación de aislamiento. Escuchar diferentes perspectivas y recibir apoyo mutuo en un entorno guiado por un psicólogo/a puede ser increíblemente enriquecedor.
Eficacia online: Contrario a la creencia popular, un estudio de la Universidad de Stanford demostró que el sentimiento de comunidad y apoyo mutuo en los grupos online es tan fuerte como en los presenciales. Concluyeron que la terapia grupal online fue altamente eficaz para reducir los síntomas de la depresión.
